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Otra Página del Submarino C3. Another Page dedicated to Submarine C3. Trascripción del artículo publicado en la REVISTA GENERAL DE MARINA de Junio de 1996 - Tomo 230
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CRITICA LITERARIA: LOS SUEÑOS PERDIDOS (CRONICA DE UN MARINO ESPAÑOL), Comentarios por Antonio Polo

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La tripulación de un submarino es algo tan compacto que lo que nos asombra en realidad es su vocación para el gobierno, su precisión resuelta y orgánica como la de un banco de peces. Sin embargo, la tarde del 12 de diciembre de 1936 un torpedo alemán sembró el caos y algo se deshizo en la familia de Joaquín Ruiz Baeza, el Cabo Electricista del submarino republicano C3. Su sobrina Rita Campillo, 67 años después, ha sacado a la luz la historia del funesto submarino que tuvo base en Cartagena y lo hace a través de la historia de su tío. Rita Campillo, nos asegura que a Joaquín Ruiz, la última noche que pasó con vida lo invadió la tristeza, y que a ella no le cabe ninguna duda de que aquel día tenía el corazón pesado, como lleno de arena. Y es muy probable que así fuera, y así tuvo que serlo también para sus 37 compañeros que hoy se encuentran a 70 metros de profundidad, frente a la ciudad de Málaga, mientras sus familiares tratan de arrinconar para siempre de sus vidas la letra de una vieja y estúpida canción de guerra alemana que viene a decir que sobre «la tumba de los marinos nunca florecen las rosas».

Rita Campillo hace un recuento de los últimos años en la vida de Joaquín Ruiz, de la España que se desangra, de la campaña del Cantábrico que casi no la cuenta, de Queipo de Llano y sus canciones infantiles, y del dolor. De eso hay un episodio en el libro, uno que de tan innoble, la naturaleza humana ha quedado ya en entredicho. Rita Campillo cuenta que después de la guerra, su familia estuvo recibiendo la visita de un hombre asegurando que su hijo estaba vivo, que había sobrevivido y se encontraba oculto en Cuba aunque en unas condiciones tan lamentables que si no recibía urgentemente dinero no podría sobrevivir. Sin embargo, a pesar de tan repugnante comportamiento Rita Campillo nos deja un hueco a la esperanza, uno que abrió en 1998 el abogado malagueño Antonio Checa cuando localizó los restos del submarino C3 frente a las costas de Málaga. Ahora, sus familiares han girado los ojos al Gobierno y le han hecho saber que «una milenaria tradición mediterránea nos recuerda que debemos enterrar a nuestros muertos», aunque como dice la autora «los hayan hecho morir tantas veces».

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Antonio Polo González nació en 1957 en San Fernando (Cádiz). Especialista de Laboratorio Químico, desarrolla su actividad como Agente Comercial acaso como Viajante de Comercio (a la manera de Arthur Miller). Aunque su vida transcurre entre química, libros y aeropuertos, su proyecto ARIADNA – Revista Cultural dejó de serlo para navegar con decisión por Internet desde 1997.

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